¡Habemus Papam! León XIV se trepa al trono del Vaticano con corazón latino y mirada puesta en el pueblo.
Las campanas de San Pedro sonaron recio y la fumata blanca pintó el cielo de esperanza: ya hay nuevo Papa y se llama León XIV. La noticia sacudió al mundo entero no solo por el cambio de liderazgo en el Vaticano, sino porque, por primera vez en la historia, un cardenal nacido en Estados Unidos, con raíces peruanas, se trepa al trono de San Pedro. Se trata de Robert Prevost, oriundo de Chicago, pero con la calidez latina corriéndole por las venas.
El anuncio lo dio el cardenal Mamberti, como manda la tradición, con el famoso y poderoso: “Habemus Papam”. La plaza de San Pedro se prendió al instante, llena de fieles, turistas y curiosos que aguantaron la espera solo para ver quién sería el nuevo guía espiritual de más de mil millones de católicos. Y ahí apareció León XIV, con su nueva sotana blanca, saludando a la raza con calma y soltando su primer mensaje claro y directo: “La paz esté con ustedes”.
Prevost no es cualquier figura. Antes de ser Papa, ya era una voz fuerte dentro de la iglesia, reconocido por su trabajo pastoral, su cercanía con los pueblos más necesitados y su firmeza frente a los retos de la modernidad. Su elección manda una señal clarita: la Iglesia quiere conectar más con América Latina, con los migrantes, con los olvidados.
Desde el balcón papal, León XIV mostró una sonrisa sencilla, sin poses ni lujos. Se le notaba emocionado, pero también consciente del peso que ahora carga. No es poca cosa guiar a la Iglesia en tiempos donde la fe y la justicia social caminan juntas, donde el cambio es urgente y la palabra del Papa sigue siendo escuchada en todos los rincones del planeta.
El mundo espera ya sus próximos pasos, pero algo es seguro: León XIV llega con otra mirada, una mezcla de la frialdad estructurada del norte con la calidez combativa del sur. Un Papa moderno, pero con raíces profundas, que promete jalar parejo y sin rodeos.